¿Es
que nadie tiene sentido común como para ya saber que la receta que aplican para
todo no funciona?
GERARDO
BLYDE | EL UNIVERSAL
Viernes
13 de septiembre de 2013
Mi
abuelo decía que el sentido más importante para un ser humano es el sentido
común. Cuando de niño me topaba con algún problema y le preguntaba cómo
resolverlo, siempre respondía igual: usa el sentido común. Me obligaba a pensar
y a hallar las respuestas partiendo de las cosas más sencillas para llegar a
las soluciones más complejas. Ya adulto, cuando me plantean un problema y una
solución siempre contrapongo la solución que me dan al sentido común. Así puedo
observar si es razonable o simplemente debe ser desechada por incongruente.
Siempre hay algo dentro de la lógica que te dice si tiene sentido o no.
Todos
tenemos una muy buena idea de lo que es el sentido común, aun cuando no podamos
explicarlo con exactitud. Muchos han tratado de definirlo. Para el Drae es el
"modo de pensar y proceder tal como lo haría la generalidad de las
personas"; sin embargo, a esta definición le falta su relación con lo
racional.
Trout
y Rivkin dijeron que el sentido común es "una facultad que posee la
generalidad de las personas para juzgar razonablemente las cosas". Más
completa esta definición, pero pienso que aún le falta algo. Si entendemos
facultad como aptitud o capacidad, diríamos entonces que el sentido común es la
aptitud o la capacidad que tenemos los seres humanos para llegar a conclusiones
lógicas derivadas de la experiencia y de la observación, a las que debe arribar
el mayor número de personas al enfrentar diversos problemas.
El
gobierno nacional luce entrampado dentro de un laberinto donde recorre siempre
los mismos caminos para acabar chocando contra la misma pared. Incapaz de
reinventarse, insiste en hacer lo mismo en cada una de sus líneas de acción
para buscar solución a los grandes problemas que ahogan a los venezolanos.
Pero, lejos de disminuirlos, siguen creciendo y multiplicándose
Ante
cada problema siempre propone (y a veces ejecuta) las mismas soluciones:
controla, destruye lo que lo adversa, culpa a los demás, nunca a sí mismo,
trata de amedrentar y de silenciar, asume competencias o actividades que no le
corresponden para terminar fracasando en cada una de ellas, y vuelve al
control. Un círculo vicioso. Si esa fórmula no funciona ¿qué sentido (común)
tiene insistir en ella? Su sentido común, estimado lector, como el mío, nos
indican la misma respuesta: no tiene ningún sentido.
Veamos
algunos ejemplos:
Ante
la falta de viviendas, legisló y expropió desarrollos habitacionales en
construcción. Prometió que las obras se terminarían, pero hizo quebrar a las
constructoras. Al paso de los años, la mayoría de esos desarrollos se han
vuelto elefantes blancos, cuyos terceros adquirentes han sido los principales
perjudicados.
Ante
la alta demanda y baja oferta de viviendas para alquiler, legislaron aplastando
los derechos de los propietarios y haciendo a los inquilinos morosos los
fuertes ante la ley, quebrando cualquier equilibrio o justicia. ¿La
consecuencia? Desapareció por completo el mercado de renta de viviendas.
Ante
su propia ineficacia para otorgar debidamente los dólares oficiales a los
rubros e industrias a los que debían llegar -y no a los bolsillos de unos
apátridas que se los robaron haciendo negocios cambiarios desangrando al país-,
legislaron para establecer delitos cambiarios. Han debido corregir la falta y
afinar los mecanismos de otorgamiento de divisas. Los peces gordos siguen
libres y haciendo negociados, beneficiados por el control y al país se lo come
la inflación y el desabastecimiento.
Ante
la desbordada crisis de la salud pública, el Gobierno es incapaz de hacerle
frente a la inmensa demanda de los venezolanos. En lugar de invertir en el
rescate y establecimiento de una eficiente red hospitalaria del sector público
para que el ciudadano no tenga que acudir a centros privados, legisló y reguló
todas las clínicas privadas que ya comienzan a mostrar síntomas del colapso al
que muy pronto sucumbirán.
Ante
la incapacidad para contener la inmensa corrupción gubernamental para la que
solo se requiere voluntad política y aplicar la legislación y los
procedimientos vigentes, el Gobierno propone, sin ningún sentido, la misma
receta: acusar a otros del mal que lo carcome por dentro y solicitar poderes
especiales para legislar y aumentar las penas a cada tipo delictual.
Son
solo ejemplos de lo errada y distanciada del sentido común que ha sido y sigue
siendo la conducta reiterada del gobierno nacional, que nos tiene al borde de
un precipicio a los venezolanos en una lucha diaria por sobrevivir. ¿Es que
nadie allí tiene algo de sentido común como para ya saber que la receta que
aplican para todo no funciona?
gblyde@gmail.com
/ @GerardoBlyde
http://www.eluniversal.com/opinion/130913/sentido-comun
columnismoyperiodismodeopinion@gmail.com
@columnisyp_deop
No hay comentarios:
Publicar un comentario