Comparar este derroche con 1998, con el barril a ocho dólares, es el truco más elegante de Merentes.
GUSTAVO
LINARES BENZO | EL UNIVERSAL
Sábado 26
de octubre de 2013
El
presupuesto de un gobierno expresa su verdadero rostro. Nada como las frías
cifras que se atan a los ministerios y a las actividades. Un presidente,
digamos, ha podido pasarse catorce años hablando del pueblo, pero si la gran
tajada del gasto se la lleva el Ministerio de la Defensa, su prioridad son los
militares. Donde está tu cartera está tu corazón, puede decirse parafraseando
otro lugar.
Merentes presentó las grandes líneas del presupuesto nacional esta misma semana. Veamos dónde está el corazón del gobierno, si es que es cierta esta teoría del presupuesto como psicoanálisis del Ejecutivo. Lamentablemente, desde la primera línea la teoría es falsa, al menos en Venezuela: el presupuesto estima los ingresos públicos sobre la base de un barril de petróleo a sesenta dólares. Ese diferencial entre las estimaciones petroleras del presupuesto chavista y la realidad vienen de muchos años atrás y hacen inmediatamente embustero al documento financiero fundamental de cualquier Estado, pero no de Venezuela. Que el presupuesto venezolano sea algo muy distinto al de cualquier otro país medianamente serio es algo que sabemos desde hace tiempo. Ahora estamos pagando las consecuencias.
Una de ellas, el aumento de la inflación. Merentes habló como ministro de otro gobierno, mejor dicho, como debiera hablar un ministro de finanzas de cualquier país medianamente serio: "la inflación está fuera de rango. Venezuela va a 30 años con inflación de dos dígitos y ese es un fenómeno que debe llamar a la investigación. Algunos dirán que es culpa del Gobierno, yo llamo a investigar". ¿Investigar? La inflación es causa de la guerra económica, tanto, que la solución es la milicia, un ejército fuerte, dijo Maduro al día siguiente de las ponderadas palabras del profesor Merentes. Más embustes o, lo que sería peor, un Ejecutivo que se cree sus propias mentiras.
Ciertamente, la inflación en Venezuela ha dado que pensar a nuestros mejores economistas. Felipe Pazos, por ejemplo, hablaba ya en los años cincuenta de la inflación inercial de los países petroleros. Pero cuando el déficit del sector público es mayor al 10%, estas delicadezas no son necesarias. Cuando el gobierno tiene en caja 72% más efectivo que el año pasado pero el Banco Central financia a Pdvsa y otras empresas del Estado es evidente que la inflación se debe al exceso de liquidez. Corregir esas elementalidades debe hacerse antes de que la investigación sea útil. El pragmático Merentes iba en esa dirección, pero parece que se impusieron los ayatolás.
El presupuesto, se venía diciendo, no es lo mismo en Venezuela que, digamos, en Colombia o Trinidad y Tobago. Todo gobierno maquilla las estimaciones de ingresos a la baja, para eludir los compromisos legales, pero ninguno tiene la tolerancia del 50% que le teníamos a Chávez y que ha heredado al parecer este gobierno. El presupuesto venezolano se equivoca por la mitad en todo lo que dice: el de 2013 sólo llegó a julio, pues previó gastos por 400.000 millones y desde entonces, a punta de créditos adicionales y deuda, ya van por 636.000 millones. Para 2014 se habla de 550.000 millones de gasto público, pues será el doble.
Un desorden, el equivalente financiero de los motorizados por las aceras. Mentiras, como la de la tasa de cambio, parte de las "perturbaciones" de que habló el ministro de Finanzas. Cuando todos hablaban de la liberación del tipo de cambio, Merentes sale de la Vicepresidencia económica y se anuncian parches y remiendos al control de cambios draconiano (en el papel) que ha llevado a que no haya papel (tualé) y a hacer de todos los venezolanos brokers de Wall Street, pendientes de la tasa de cambio libre o negra o como sea y su diferencial con Cadivi. Trabajar no es negocio, o mejor dicho, no hay trabajo que de seis, diez o quince veces el esfuerzo invertido.
Y hasta con los añadidos mes a mes y la deuda el presupuesto sigue siendo una falsedad. Los dólares de Pdvsa no van todos al tesoro, sino también al Fonden, el fondo chino, y otros. Ni siquiera se sabe cuánto se destina a esos potes misteriosos, verdaderos cuentos chinos. Ni mucho menos en qué se gasta.
Lo único verdadero del presupuesto es la meta de recaudación del Seniat. Lo que el gobierno les quita a los venezolanos pobres para devolverles un poquito, pues el impuesto que más recauda, con mucho, es el IVA que pagan los pobres.
Y comparar todo este derroche con 1998, con gobiernos que tenían el barril de petróleo a ocho dólares, es el truco más elegante de la presentación de Merentes. Qué fácil es disminuir la pobreza con el barril a 100.
@glinaresbenzo
Merentes presentó las grandes líneas del presupuesto nacional esta misma semana. Veamos dónde está el corazón del gobierno, si es que es cierta esta teoría del presupuesto como psicoanálisis del Ejecutivo. Lamentablemente, desde la primera línea la teoría es falsa, al menos en Venezuela: el presupuesto estima los ingresos públicos sobre la base de un barril de petróleo a sesenta dólares. Ese diferencial entre las estimaciones petroleras del presupuesto chavista y la realidad vienen de muchos años atrás y hacen inmediatamente embustero al documento financiero fundamental de cualquier Estado, pero no de Venezuela. Que el presupuesto venezolano sea algo muy distinto al de cualquier otro país medianamente serio es algo que sabemos desde hace tiempo. Ahora estamos pagando las consecuencias.
Una de ellas, el aumento de la inflación. Merentes habló como ministro de otro gobierno, mejor dicho, como debiera hablar un ministro de finanzas de cualquier país medianamente serio: "la inflación está fuera de rango. Venezuela va a 30 años con inflación de dos dígitos y ese es un fenómeno que debe llamar a la investigación. Algunos dirán que es culpa del Gobierno, yo llamo a investigar". ¿Investigar? La inflación es causa de la guerra económica, tanto, que la solución es la milicia, un ejército fuerte, dijo Maduro al día siguiente de las ponderadas palabras del profesor Merentes. Más embustes o, lo que sería peor, un Ejecutivo que se cree sus propias mentiras.
Ciertamente, la inflación en Venezuela ha dado que pensar a nuestros mejores economistas. Felipe Pazos, por ejemplo, hablaba ya en los años cincuenta de la inflación inercial de los países petroleros. Pero cuando el déficit del sector público es mayor al 10%, estas delicadezas no son necesarias. Cuando el gobierno tiene en caja 72% más efectivo que el año pasado pero el Banco Central financia a Pdvsa y otras empresas del Estado es evidente que la inflación se debe al exceso de liquidez. Corregir esas elementalidades debe hacerse antes de que la investigación sea útil. El pragmático Merentes iba en esa dirección, pero parece que se impusieron los ayatolás.
El presupuesto, se venía diciendo, no es lo mismo en Venezuela que, digamos, en Colombia o Trinidad y Tobago. Todo gobierno maquilla las estimaciones de ingresos a la baja, para eludir los compromisos legales, pero ninguno tiene la tolerancia del 50% que le teníamos a Chávez y que ha heredado al parecer este gobierno. El presupuesto venezolano se equivoca por la mitad en todo lo que dice: el de 2013 sólo llegó a julio, pues previó gastos por 400.000 millones y desde entonces, a punta de créditos adicionales y deuda, ya van por 636.000 millones. Para 2014 se habla de 550.000 millones de gasto público, pues será el doble.
Un desorden, el equivalente financiero de los motorizados por las aceras. Mentiras, como la de la tasa de cambio, parte de las "perturbaciones" de que habló el ministro de Finanzas. Cuando todos hablaban de la liberación del tipo de cambio, Merentes sale de la Vicepresidencia económica y se anuncian parches y remiendos al control de cambios draconiano (en el papel) que ha llevado a que no haya papel (tualé) y a hacer de todos los venezolanos brokers de Wall Street, pendientes de la tasa de cambio libre o negra o como sea y su diferencial con Cadivi. Trabajar no es negocio, o mejor dicho, no hay trabajo que de seis, diez o quince veces el esfuerzo invertido.
Y hasta con los añadidos mes a mes y la deuda el presupuesto sigue siendo una falsedad. Los dólares de Pdvsa no van todos al tesoro, sino también al Fonden, el fondo chino, y otros. Ni siquiera se sabe cuánto se destina a esos potes misteriosos, verdaderos cuentos chinos. Ni mucho menos en qué se gasta.
Lo único verdadero del presupuesto es la meta de recaudación del Seniat. Lo que el gobierno les quita a los venezolanos pobres para devolverles un poquito, pues el impuesto que más recauda, con mucho, es el IVA que pagan los pobres.
Y comparar todo este derroche con 1998, con gobiernos que tenían el barril de petróleo a ocho dólares, es el truco más elegante de la presentación de Merentes. Qué fácil es disminuir la pobreza con el barril a 100.
@glinaresbenzo
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