La sociedad en todos sus
estamentos está activa en la defensa de su libertad
RAFAEL
BELLO | EL UNIVERSAL
Sábado 26
de octubre de 2013
Es
inevitable que las fuerzas democráticas asuman la reconstrucción del país.
Venezuela está en estado de quiebra y por eso las variaciones diarias del valor
de nuestro signo monetario. La moneda nacional es hojalata sin poder
adquisitivo ya. Allí está galopante la explosiva inflación y la sociedad en
general entre carencias increíbles en una nación de las principales productoras
y exportadoras de petróleo en el mundo.
¿Qué le pasó a Venezuela? Simple y llanamente que la perversidad se hizo poder y la empobreció. Esta es la realidad que vive nuestro país. Por eso la calle hierve de impaciencia, porque no hay quien asuma como debe ser con coraje y determinación, la conducción política exigente para la reconstrucción nacional. Una oposición festivalera que se sienta en la misma mesa de quienes ocultan cuadernos de votación porque es la prueba de lo que todo el mundo conoce. Pero todos los demócratas no estamos en la misma línea de la complicidad y el miedo.
Aquí hay una realidad profundamente preocupante en la que está envuelta la sociedad venezolana. Esa realidad exige un comportamiento responsable de la conducción política de los sectores democráticos para afrontarla y sacar a la nación del despeñadero en que se encuentra.
La situación es muy grave y ha llegado el momento de actuar con las banderas de la democracia y la unidad nacional para enderezar la economía, reconstruir la industria petrolera y ponerle término a la entrega foránea de nuestros recursos energéticos. Hay que volver la mirada a Venezuela y fortalecerla en su valor intrínseco de nación independiente y soberana.
Hablan de conspiración, pero, la seguridad, la paz y la convivencia ciudadana, sufren los embates de la descomposición que ciega vidas a diario. La sociedad en todos sus estamentos está activa en la defensa de su patrimonio que es la libertad.
bello.rafael@yahoo.es
¿Qué le pasó a Venezuela? Simple y llanamente que la perversidad se hizo poder y la empobreció. Esta es la realidad que vive nuestro país. Por eso la calle hierve de impaciencia, porque no hay quien asuma como debe ser con coraje y determinación, la conducción política exigente para la reconstrucción nacional. Una oposición festivalera que se sienta en la misma mesa de quienes ocultan cuadernos de votación porque es la prueba de lo que todo el mundo conoce. Pero todos los demócratas no estamos en la misma línea de la complicidad y el miedo.
Aquí hay una realidad profundamente preocupante en la que está envuelta la sociedad venezolana. Esa realidad exige un comportamiento responsable de la conducción política de los sectores democráticos para afrontarla y sacar a la nación del despeñadero en que se encuentra.
La situación es muy grave y ha llegado el momento de actuar con las banderas de la democracia y la unidad nacional para enderezar la economía, reconstruir la industria petrolera y ponerle término a la entrega foránea de nuestros recursos energéticos. Hay que volver la mirada a Venezuela y fortalecerla en su valor intrínseco de nación independiente y soberana.
Hablan de conspiración, pero, la seguridad, la paz y la convivencia ciudadana, sufren los embates de la descomposición que ciega vidas a diario. La sociedad en todos sus estamentos está activa en la defensa de su patrimonio que es la libertad.
bello.rafael@yahoo.es
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