A ellos no les funciona
el comunismo. Pero le conviene que lo aplique su principal proveedor
MIGUEL
SANMARTÍN | EL UNIVERSAL
Sábado 26
de octubre de 2013
Este
régimen no camina. Se estancó. Le falta gas. Pistonea en las subidas. Patina en
las bajadas. Los cauchos se le espicharon. Carece de luces y no le funcionan
los limpiaparabrisas. La revisión (encuestas, luego elecciones) lo enfilan a la
chivera. El conductor tampoco es bueno. Pareciera trucho, similar a un cochero.
Anda desorientado. Sin rumbo apropiado. Leyó mal las señales y tomó la calzada
equivocada. Giró más a la izquierda. Recostado al radicalismo sectario. Marcha
desbocado al precipicio. Necesita recambio. ¿Lo entiende?
Gestiona en el Caribe, allá en el Mar de la Felicidad, en el campo de concentración, miseria y muerte de los hermanos castradores, forajidos y verdugos, la compra de refacciones y un mapa de ruta (obsoleto) cuando, por lógica y eficacia, debería estar adquiriendo un equipo GPS. ¡Caballero, se trata de la modernidad, los nuevos tiempos mandan, vaya!
Pero en la taguara de cachivaches visitada por la chungo-revolución vernácula le ofrecen repuestos genéricos, chin(b)os. También un plano (cartilla) de recortes. De racionamiento. De escasez e inflación. De hambre.
Una cartilla en desuso. Fallida. Desechada por la tiranía isleña tras 50 años de penurias y afecciones derivadas de una raquítica alimentación. Sus creadores decidieron tirarla al basurero de la historia como antes lo hicieron (apremiados por la necesidad de evolucionar) Rusia, China, Alemania Oriental, Vietnam y otros pueblos en la inopia, víctimas del comunismo. Así como está hoy esta patria-patria-querida. Colapsada económica, social e institucionalmente producto de un proyecto nefasto, anacrónico, militarista, represivo y controlador. En donde impera la dependencia de un Estado "benefactor" que exige la subordinación del soberano a los designios del camorra-mandón.
La gerontocracia antillana y su burocracia parasitaria -aquellos ácaros sí chupan de lo lindo: comisiones por exportar productos que no producen y fuertes dosis de petróleo que no pagan- están cambiando de rumbo. Girando a la derecha. Se orientan al encuentro de la economía de mercado, hacia el capitalismo salvaje. A su ritmo, con sus bemoles, abandonan el estatismo que ya no pueden sostener.
Pero a su aliado y socio principal que le transfunde el oxígeno que lo ha mantenido vivo durante estos 15 años le imponen la ideología y el modelo que no les sirve. Pareciera ilógico pero no lo es. A ellos no les funciona más el comunismo. Por improductivo y parasitario. Pero les conviene que lo aplique su principal proveedor y despensa. Porque la sumisión de la sociedad venezolana a la autocracia reinante, manipulada por La Habana, les garantizaría los recursos que requieren para recuperarse de la debacle causada por los Castro y sus secuaces.
msanmartin@eluniversal.com
Gestiona en el Caribe, allá en el Mar de la Felicidad, en el campo de concentración, miseria y muerte de los hermanos castradores, forajidos y verdugos, la compra de refacciones y un mapa de ruta (obsoleto) cuando, por lógica y eficacia, debería estar adquiriendo un equipo GPS. ¡Caballero, se trata de la modernidad, los nuevos tiempos mandan, vaya!
Pero en la taguara de cachivaches visitada por la chungo-revolución vernácula le ofrecen repuestos genéricos, chin(b)os. También un plano (cartilla) de recortes. De racionamiento. De escasez e inflación. De hambre.
Una cartilla en desuso. Fallida. Desechada por la tiranía isleña tras 50 años de penurias y afecciones derivadas de una raquítica alimentación. Sus creadores decidieron tirarla al basurero de la historia como antes lo hicieron (apremiados por la necesidad de evolucionar) Rusia, China, Alemania Oriental, Vietnam y otros pueblos en la inopia, víctimas del comunismo. Así como está hoy esta patria-patria-querida. Colapsada económica, social e institucionalmente producto de un proyecto nefasto, anacrónico, militarista, represivo y controlador. En donde impera la dependencia de un Estado "benefactor" que exige la subordinación del soberano a los designios del camorra-mandón.
La gerontocracia antillana y su burocracia parasitaria -aquellos ácaros sí chupan de lo lindo: comisiones por exportar productos que no producen y fuertes dosis de petróleo que no pagan- están cambiando de rumbo. Girando a la derecha. Se orientan al encuentro de la economía de mercado, hacia el capitalismo salvaje. A su ritmo, con sus bemoles, abandonan el estatismo que ya no pueden sostener.
Pero a su aliado y socio principal que le transfunde el oxígeno que lo ha mantenido vivo durante estos 15 años le imponen la ideología y el modelo que no les sirve. Pareciera ilógico pero no lo es. A ellos no les funciona más el comunismo. Por improductivo y parasitario. Pero les conviene que lo aplique su principal proveedor y despensa. Porque la sumisión de la sociedad venezolana a la autocracia reinante, manipulada por La Habana, les garantizaría los recursos que requieren para recuperarse de la debacle causada por los Castro y sus secuaces.
msanmartin@eluniversal.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario